jueves, 17 de diciembre de 2009

Hace unos días estaba yo tranquilamente viendo TV, cuando de pronto me topé con Naruto. Era el capítulo de la muerte del Hokage. No pude evitar quedarme viéndolo. Me estaba dando pena cuando los niñitos recordaban ciertos episodios con el viejito aquel, hasta que, de pronto, descubrí algo: así que en verdad Iruka era el amor de mi vida.
¿A qué va esto? Resulta que unos añitos atrás -unos cuatro más o menos, ha pasado una considerable cantidad de tiempo o_o-, durante el peak de mi obsesión por esta serie, me la pasaba haciendo de estos test tipo "¿Quién sería tu amor en Naruto?". Bueno, como yo amaba a Kakashi, lo lógico para mí era que el test en cuestión me dijera "sí, tu amor sería Kakashi =)"... pero no fue así xD. Por más que yo truchamente modificaba mis respuestas, la prueba no me decía lo que yo quería leer. ¿Y quién me salió? Iruka sensei xD. Yo estaba horrorizada, porque no me interesaba en lo más mínimo ese tipo buena onda y comprensivo; a mí gustaba el tipo extraño, misterioso y bakán. Pero pasaron los meses y si bien Kakashi nunca llegó a mi vida (jajaja... ¿de qué manera podría haber llegado a mi vida un dibujo animado?), se me ocurrió enredarme con una chica extraña, misteriosa y bakán. En fin, tal como está lastimosamente escrito por casi todo este blog, dicha relación terminó con la destrucción total de mi vida. Más meses han pasado desde entonces y mis gustos han cambiado harto. Tuve ocasión de confirmarlo viendo este capítulo de Naruto. Porque mientras Kakashi estaba parado no sé donde bajo la lluvia, conversando con una niña linda que no sé quién es, rodeado por su eterno halo de intriga, haciendo comentarios intrincados, Iruka estaba en el funeral, abrazando al nieto del Hokage.
Él fue el que abrazó al niñito, él fue el que estuvo allí.
Es que simplemente ya no quiero gente "rara". Ya no más. Quiero estar con alguien... con alguien como esa persona que ocupa mi mente casi todo el día. Quiero estar con ese alguien porque es tierno, porque me mata su sonrisa, porque sus ojos son tan claros, porque siempre sabe cómo hacerme reír. QUIERO estar con ese alguien -y sólo con ese alguien- porque sí, porque ya no es premio de consuelo.
Por eso estaba tan nerviosa esta mañana. Era la última vez "oficial" que le iba a ver. Cuando le vuelva a encontrar en el futuro, será sólo casualidad.
Por eso ahora siento una mezcla de alegría y pena: la tristeza propia de saberme lejos de su lado; pero una pizca de felicidad también, pues más que despedida este último encuentro resultó una suerte de promesa... nos vemos pronto, todavía voy a estar aquí cuando termine el verano.