martes, 31 de mayo de 2011

"Si él tuviera interés, se acercaría... más claro echarle agua" me dijeron.

Pero no se acerca.
Por lo tanto, no me quiere.
Así de claro, así de categórico.
Él no me quiere.
Y yo siento que se me rompe el corazón de pensar en ello. Me duele tanto que me niego a empezar el proceso de asumirlo.
Qué ganas que no existieran los conceptos de dignidad y amor propio, para poder tirarme a sus pies y rogarle 'quiéreme, quiéreme, quiéreme'.

"Pensar por qué no fue, no tiene sentido".

No, no lo tiene, lo sé. Yo también lo entiendo, también he sido una persona racional. Mas, no dejo de buscar ese por qué, ya que la racionalidad se me va al mismo tiempo que me abandono y dejo mi corazón a disposición de los caprichos de alguien más.

Supongo que sólo hay pocas cosas que me quedan por hacer. O más bien, hay algunas cosas que debo dejar de hacer.
Debo dejar de preguntarme qué fue lo que no funcionó.
Debo dejar de fantasear con que él siente lo mismo que yo pero lo oculta.
Debo dejar de tener esperanzas en que esto resultará.

Escrito se lee como fácil. De hecho, me pasa que una vez que me desahogo aquí, es como si todo doliera menos, como si lo que he escrito fueran puras exageraciones. ¡Genial!
Lo malo, es que yo lo veo, y me desarmo; es que él me habla, y me derrito; es que yo recuerdo (sus ojos, su risa, su voz perdida en retazos de discusiones, canciones e incluso unas muy bien pronunciadas palabras en francés)... y me ilusiono.

"...mas claro echarle agua."

Por favor, que se me caiga pronto la venda que llegó a cubrirme los ojos con su primer abrazo, para poder ver así de claro también.

lunes, 30 de mayo de 2011

Quizás, si lloro hasta quedarme dormida, se me pase.
Siento como si me hubieran molido el corazón a palos.
No sé qué es lo que más me duele. Que él no sea lo que yo pensaba, o tan sólo que no me quiera. O tal vez me duele el desconcierto, el desaliento por cómo logró -una vez más- arruinar mis planes. Yo llevaba 1 mes sin hablarle. ¡1 mes! Me había costado muchas lágrimas, mucho esfuerzo. Tuve que tragarme palabras, comentarios en faisbuk y contenerme de rozarlo cada vez que lo tenía cerca. Un mes de celos, pena y desesperanza. Todo iba "bien" (digamos que bien era conseguir mantenerme alejada de él) hasta que decidió aparecerse en una pequeña celebración sorpresa que mis amigos organizaron por mi cumpleaños. Él... el que me detesta, el que será feliz el día que no me vuelva a ver, el que no me hablaba para que yo no lo "hueveara"... estaba allí.
Me sentí intrigada al principio, alegre después, confundida luego, decepcionada más tarde, enojada hacia el final y derrotada por último.
Consiguió desestabilizarme, lo consigue over and over again.
No puedo negar que siento deseo de él. Deseo de tenerlo sobre mí y de que me bese entera. Pero me asusta que hay algo que deseo más aún: abrazarlo, simplemente. Acercarme por detrás, como alguna vez lo hice, cruzar mis manos por delate de su vientre, apoyar mi cabeza en su espalda y quedarme así, mientras amarra con sus manos las mías. ¿Por qué no puede ser de ese modo?
Ok, soy una tarada que siempre se fija en quien no la quiere. Mas, lo que me pasó con él ya me parece una risión, una burla del destino. Él estaba interesado en mí, él me buscaba. Y algo hice -aunque también existe la posibilidad de que él sea un esquizofrénico bipolaroide- que lo llevó a alejarse. Dolió más, porque sentí que lo tuve muy cerca, me di permiso para ilusionarme, y nada ha ocurrido.
Me voy a llorar, hasta dormirme... Claro que igual quiero soñar con él. Soñar que me quiere. Y supongo que eso me hará llorar también en mis sueños. Todo lo relacionado con él abre el grifo de mis estúpidas lágrimas. Si tan sólo supiera que él piensa o ha pensado en mí. O, por último, si alguien pudiera asegurarme que -si bien por lo pronto NO tendremos algo-, en el futuro volveremos a encontrarmos y habremos cambiado lo suficiente como para poder quedarnos juntos, para siempre...

martes, 17 de mayo de 2011


Pa' olvidarte dame un alma


que no sepa nada

de tus manos.

viernes, 13 de mayo de 2011

Volví a llorar. Y estoy rogando que sea porque me va a llegar la regla. Y que no sea por él.
Si yo ya puse mis hormonas en otro... pero temo que mi corazón aún esté con él.
Temo quererlo. Temo que este sufrir por su indiferencia, que esta preocupación por no hacerle sufrir yo, que este perdón que ya le entregué sin que me lo pidiera, signifiquen que lo quiero.

Mas, ya se cumplieron dos semanas sin hablarle. Tengo que resistir. Aunque mi corazón esté aplastado y sienta tanta pena, tengo que resistir. Lo he estado haciendo bien.

lunes, 9 de mayo de 2011

Pasó.

Ya se cumplió una semana y no fue taaan terrible.

El viernes lloré mucho. El sábado no lloré, ya que se me iba a correr el maquillaje. Y el domingo lloré un poco. Los días que siguieron, aparenté la más absoluta normalidad.

Él me hirió, por fin. Lo hizo con una palabra poco sutil, poco educada, pero muy clara, que no dejó lugar a duda acerca de lo que debía hacer. Creo que fue eso lo que más me dolió: lo definitivo, lo devastador de la conclusión que hube de sacar al analizar su acto; yo no podía seguir teniendo esperanzas después de eso, yo no podía seguir… “queriéndolo”. Y eso me propuse. Me formulé el propósito de aprender a vivir (y disfrutar de) mi actual soltería y/o de buscar una presa más segura o con mejores atributos, o ambas cosas. No sé si me ha resultado; es muy pronto para sacar cuentas, sin embargo, mentiría si dijera que aún no conservo aunque sea una pequeña esperanza… todavía creo que me puede llegar una disculpa, que puedo recibir una mirada y que todo volverá a empezar hasta que de una vez por todas se cumpla lo que he anhelado tan fervientemente todo este tiempo. Porque es verdad que lo que he sentido por él me ha consumido entera, sin piedad. Escribí que “lo quiero”, porque no sé de qué otra manera expresarlo: es una locura que me envuelve y me hace girar alrededor suyo, a cada hora, en cualquier lugar, despierta o en sueños. Mi mayor esperanza (sí, mi otra esperanza, en vista de que la esperanza de que un día me ame es levemente-harto-improbable, al menos como quedó el panorama entre nosotros) es que esa locura sea sólo deseo. De ese modo, se facilitaría mucho mi situación. Porque el deseo, como todas las cosas de este mundo, se acaba. Mas cuando se acaba, no duele... a diferencia del amor.


PD: O , al menos, no duele tanto, ja.