sábado, 26 de noviembre de 2011

Estoy re-leyendo un libro que me gustó mucho en mi adolescencia. O sea, me encantó en ese entonces, pero en estas noches en que he vuelto a sumergirme en sus páginas, me conmovió más que antes. Ese libro, de cierta forma, ha marcado mi vida y le agradezco que me emocione tanto, pues al leerlo ahora me ayudó a soltar las lágrimas que he contenido estos últimos días. Necesitaba llorar, aunque sinceramente pensé que no iba a hacerlo. Porque recibir una mera confirmación de la sospecha que te ronda hace tiempo es menos impactante que encontrarte con la noticia de un día para otro. Sin embargo, supongo que tenía que llorar igual. Mentiría si dijera que me es indiferente que él, mi gran "amorsh" durante estos últimos dos años, esté pololeando (no conmigo, por supuesto). Es cierto que todos mis prospectos de relaciones amorosas terminan así: con mi objeto amoroso felizmente emparejado y yo sola (sola, sola, sola... la palabra que me obsesiona y tortura un poco desde hace un tiempo), mas no quiero ahondar en los motivos o problemas psicólogicos o simple mala suerte que han hecho de ese final un hecho repetitivo y casi predecible en mi vida. De hecho, he escrito unas cuantas cosas sobre eso: sobre por qué me es imposible concretar algo, sobre la soledad y las inseguridades que crean un círculo vicioso al respecto y sobre cómo me "seco" cada vez más al sentirme tan lejos de lo que anhelo. Pero no publico nada. Armo infinitos textos en mi cabeza, los plasmo en papel o en un hoja de Word y luego no me atrevo a publicarlos, debido a que exponer el proceso de hacerme cargo de mi vida y mis carencias me avergüenza. Tal cual: el pudor (una palabra que yo no uso y que incluso pensé que nunca iba a conocer) me impide exhibir una situación que ha resultado ser sumamente íntima y personal... no, no puedo -ni siquiera aquí, mi casita y refugio- exponer sentimientos, temores y dolores que apenas me atrevo a revelarme a mí misma. Es por eso tal vez que me he ido alejando de la gente. Estoy ahí, como siempre. Y sonrío. Lo triste es que ahora no dejo de sonreír nunca, aunque por la razón equivocada. Mi sonrisa -uno de mis mejores atributos, por lo verdadera y espontánea que solía ser- está ahora congelada en mi cara. Porque si sonríes todo el tiempo y te muestras feliz, nadie va a preguntarte que qué es lo que te pasa. Y no es que yo no sea feliz, es sólo que no quiero que nadie hurgue -por más que sea con la mejor intención- en mis sitios oscuros; no quiero tener que entrar a explicar que estar satisfecha con casi todo lo que soy y lo que tengo no evita que me sienta vacía e incluso que perciba mi corazón más seco y mis respuestas más amargas en ocasiones.
En todo caso, no puedo decir que me sienta triste por su pololeo. Siento una congoja, aunque es más de rabia y celos (algo así como lo que sentí cuando supe que mi ex estaba pololeando, pero quitándole la desolación): rabia de que él haya conseguido emparejarse primero que yo, y celos al pensar "¿que tiene ella que no le podía ofrecer yo?". Además, gracias a la inmadura pero eficaz estrategia de "un clavo saca a otro", ya me había hecho la idea que existen especímenes mejores -en todo sentido- por los que ilusionarse, sufrir y enloquecer.
Llorar porque esté de novio con una niña, que más encima es súper fea (jajaja... lo picota del comentario no quita lo verdadero) es nada más que la punta del iceberg.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Hace mucho que no escribo. La “vida real” con sus “problemas reales” se pararon en frente mío con su peor cara y me obligaron a prestarles atención. Aprobar un ramo, estudiar para una prueba, reparar relaciones dañadas fueron asuntos que me mantuvieron ocupada y me impidieron meterme a mi blog-casita a divagar y lamentarme por mis dilemas imaginarios. Bueno, no es que yo los invente tampoco, pero supongo que las cosas que escribo acá se solucionarían bastante fácilmente si yo poseyera una buena tijera mental que me permitiera cortar por lo sano y no enrollar la realidad hasta hacer de ella un nudo ciego.
En rigor, escribí un par de cosas -antes de que comenzara el segundo semestre- acerca de mi indiferencia hacia el resto de mundo, acerca de que soy de las más porras de mi curso y acerca de lo que sentía/siento respecto a él. Sin embargo, eran palabras tan insípidas y repetidas que no me animé ni a publicarlas. No lograba escribir algo que me gustara porque nada me importaba en ese momento. Él se había ido y todos me decían que aprovechara esa clara señal de que debía olvidarlo para fijarme de una vez por todas en alguien que sí se interesara en mí. Eso me requetehinchaba las gónadas. ¿Conformarme? ¿Por qué? ¿Acaso tengo 40 años y siento que se me están acabando la belleza, la juventud y las oportunidades? No, soy demasiado joven aún y me quedan años para encontrar a alguien. Si él no fue, ¡ya llegará otr@! Un ser a quien yo le interese y que despierte mi interés. Sino... ¿para qué forzar las cosas?
Bueno, yo nunca he sido de esas personas que ven el lado bueno de la vida, el vaso medio lleno o como se llame. Me hago la indiferente porque es más cool, sin embargo, soy trágica y exagerada, toda una drama queen. En privado, soy capaz de asumirme hoy tal como soy: egoísta y despreocupada, media pesada si se quiere teniendo en cuenta que no me importa mucho lo que no me suceda directamente a mí, a mis seres queridos o a gente que no conozco pero con cuya situación empatizo. En todo caso, cuando logré liberarme de él y de su omnipresente sombra (cuestión que, increíblemente, ha sido posible desde su partida) mi carácter ha mejorado sustancialmente.
Me di cuenta que eso (eso = mi existencia, mis emociones, mis vínculos con los demás) no iba bien cuando me imaginé siendo la madre de sus hijos, mas noté que estaba perdiendo el juicio cuando me vi en 10 años más abandonando a un sujeto estupendo por él, quien había sido mi verdadero amor durante todo ese tiempo; sí, supongo que ver tanta teleserie ha surtido su (terrible) efecto en mí.
El punto es que ahora tengo el panorama más o menos claro. Un día, luego de pelearme con mi mamá y con una de mis mejores amigas por causa de mis sentimientos por este muchachito, me di un par de vueltas por el centro, con mi música en los oídos y una cocada en la mano y llegué a la siguiente conclusión: no lo quiero, no estoy enamorada de él, no lo amo.
No puedo amarlo, a menos que exista el amor a primera vista,patraña en la que nunca he creído mucho. Además, tan a primera vista no fue, tuvieron que pasar varias cosas para que yo empezara a pensar en él como el amor de mi vida.
Es verdad que le tengo cariño, que le tengo unas ganas tremendas, que me preocupo si está resfriado, si le está yendo mal en un ramo o si se esguinzó el dedo, que se me aprieta el corazón cuando pienso que lo estoy arrancando de mi vida, pero no lo amo.
¿Es un capricho? No sé. Esa tarde, cuando volvía a mi casa con los chocolates favoritos de mi mamá en la cartera, para pedirle disculpas por mi ridículo y vil comportamiento, estaba segura que sí. En este momento, cuando ya ha pasado más o menos un mes de ese día de peleas, no lo veo de ese modo. ¿Por qué? Porque sé que el cariño y la preocupación que sentí por él fueron verdaderos. No obstante, la niñita consentida que todavía soy no aguantó su rechazo y ese afecto sincero se transformó en una bien mal sana obsesión por conseguir su amor a toda costa.
Dejé de pensar en un futuro con él, fin del asunto. Necesitaba paz, no la tortura que me estaba significando andar pendiente de cada uno de sus pasos y soportar (con desdén por fuera y desesperación por dentro) cada uno de sus desaires.
Me estoy dedicando a juntarme con compañeros más sexies y menos lindos. De ahí a que me resulte, ni idea… al menos, son bien agradables de mirar.

sábado, 2 de julio de 2011

Estoy dando un gran paso para superar mi retardo. Por fin, quiero que ya no me guste nadie. Quiero disfrutar de la vida y volver a ser estudiosa, dejar la mediocridad que me tiene dando exámenes mientras el 75% de mis compañeros está de vacaciones, quiero dormir, leer y caminar mucho y también quiero… olvidarme de él. Por fin, por fin, por fin QUIERO olvidarme de él. Mi principal problema respecto a su persona era que yo me rehusaba a que él saliera de mi vida. Deseaba que se mantuviera en ella aunque mi corazón estuviera totalmente trizado en mi interior. Ahora no, ahora que se aparte para poder sanar la herida en paz y terminar tan amigos como antes. Le deseo lo mejor del mundo, espero que tenga éxito y que no se vea obligado a irse, por más que eso parece lo más probable (y por más que eso me favorecería un montón en lo que a mi salud mental respecta =/ ).

Será… Affjwahfgbhjkhfjdknhfdsj = )

domingo, 26 de junio de 2011

Así con la gente predecible.
Así con la gente que cree que yo exagero cuando hablo. Si digo que soy muy celosa, es por que lo soy. Soy celosa. Muy, muy celosa.
Así conmigo, que ya no me siento tan mal. Viví una pseudo crisis de estrés y ahora regresé a mi natural estado de nada me importa y no me molesten, quiero ser una niña triste que vive en la indiferencia y se preocupa sólo por su propio sufrimiento y por el bienestar de las personas más estrictamente cercanas.
Bueno, él aún me duele. Pero menos, mucho mucho menos. A veces creo que ya no lo quiero, que nunca lo quise. Tengo en ocasiones la certeza de que él no es para mí, aunque claro, prefiero pensar que no es para mí TODAVÍA, que alguna vez lo será. Ese ridículo pensamiento es como una bofetada que me hace darme cuenta que en verdad aun siento algo por él porque si no, ¿para qué querer que haya una esperanza? Ojalá se me pase, se me borren todas las ilusiones y se me borre también este temor de no volver a verlo... Es gracioso cómo la vida se burla de ti en tu cara. Cada vez que me han roto el corazón, yo he deseado, rogado, implorado con todas mis fuerzas por la ocurrencia de un milagro que hiciera desaparecer a esa persona de mi universo (llámese que se cambie de colegio/universidad, pasando por que se vaya del país, hasta su caída en estado vegetativo y/o muerte si fuese necesario), de modo que pudiera tener éxito en el difícil proceso de olvidarme de ella. Sin embargo, nunca fui bendecida con esa "desaparición". Tuve que seguir viéndoles la cara a esos seres -o al menos tuve que seguir enterándome de sus existencias de alguna forma ¬¬- lo que convertía mi tristeza en una tortura. Así había sucedido. Hasta ahora. Pasa que yo no quiero que él desaparezca. Prefiero sufrir antes que deje de estar presente en mi vida, por más que dicha presencia sea tan mínima como lo es hoy. Sin embargo, justo en este momento (justo con él =/ ) el destino me lanza la tabla salvadora por la que tanto le hinché antes. Parece decirme "Ok, sé que anhelabas mucho esta solución, lamentablemente no podía ser en ese entonces, pero sí puede ser ahora y como tanto lo querías aquí tienes juju!"... La "tabla" se lo llevaría de mis días de una manera simple y eficaz; no implicaría su muerte ni un viaje al extranjero. Sería tan sencillo como que él ya no estará donde suelo verlo y, cuando vuelva a ese lugar, yo estaré tan ocupada que no tendré tiempo ni vida para visitarlo. Fácil... Y cruel. Porque realmente no quiero alejarme de esa forma. Quiero seguir viéndolo y despecharme y odiarlo si eso es lo que siento, hasta sacarlo de mi corazón y poder mirarlo a los ojos con firmeza mientras pienso "sí, te quise, pero ya no lo hago más". De ahora en adelante tendré más cuidado con lo que deseo. Tercer ¬¬.

viernes, 10 de junio de 2011

En mayo del 2009 dije que en mi corazón habría un rincón que pertenecería sólo y por siempre a mi ex. Hoy, dos años después, no sé si ese rincón existe. En todo caso, encuentro súper mala onda que no me haya saludado para mi cumpleaños. Puede haber perdido mi teléfono, pero hay otras mil formas de hacer llegar un saludo. Yo no me he olvidado del suyo. Este año, yo ni sabía en que día estaba viviendo, por eso me confundí levemente, mas la fecha la tengo muy clara (y, en cualquier caso, le entregué mi saludo cuando correspondía). En fin, a lo que voy con esto es que el hecho de haber podido olvidarme de ella de esa forma, me anima a pensar que podré olvidarlo a él también. Y de manera mucho más fácil. Porque, siendo bien honesta, lo que he sentido por él es algo fuerte, pero es un moco al lado de lo que sentía por mi ex. O sea, él no ha llegado a ser tan significativo como ella lo fue (recordemos que ella ocupa el puesto de mi "primer amor", "primer pololeo", "primera novia lesbiana", entonces, por favor... ¿¡qué más significativo que eso!? jajaja).
Sin embargo, me ha resultado más difícil de lo que yo misma pensé. Fue raro como casi me predispuse a la situación "si me engancho y no me pesca, bueno, lo olvido y fin del asunto". Porque siempre me había encontrado en situaciones de esa índole, y siempre conseguía olvidar sin demasiado drama. Con él ha sido distinto. Con él -debido a él- he sufrido.
Así que ahora me encuentro triste, porque es viernes en la noche y estoy sola en mi casa mientras en la facultad mis compañeros deben estar comiendo y cantando alegremente ¬¬. Yo no estoy ahí por varias razones: la principal, es que estoy evitando encontrármelo. No quiero verlo. Pues, cuando lo tengo enfrente, es demasiada la tentación de mirarlo, de hablarle, de rogar que se acerque como solía hacerlo. Además, no quiero verlo haciéndose el amable con mi amiga. Al respecto, reconozco que he sido injusta con ella. Me dan ganas de decir "sí, la odio porque ella responde a su amabilidad moviéndole el poto". Y no es así. Sucede que a ella le encanta que todo el mundo la quiera (o, como máximo, saber que más de un par de hombres mueren por su amor), pero no le está coqueteando. No obstante, yo he andado rara toda la semana y supongo que lo notó. No, ella no tiene la culpa. Es nada más que tocó mi punto débil. Se atrevió a reemplazarme, a interactuar en mi lugar con lo que yo sentía mío y eso simplemente no lo tolero. No puedes acaparar a MI mamá, a MI mejor amiga, a MI gato ni a MI hombre/mujer. Claro que aquí hay un punto que me hace sentir LOSER así con bloq mayús... él nunca llegó a ser MI hombre, mío. ¿Qué derecho tengo a celarlo, a enojarme porque comparta sus atenciones con alguien más? Ninguno. Sólo el que mi corazón se auto-otorga por la mera razón de quererlo.

miércoles, 8 de junio de 2011

Te quiero menos, te deseo menos.
¿O te deseo menos, te quiero menos?
No, creo que es lo primero.
Francamente, me decepcionaste. Primero, porque es bien baja tu estrategia de hacerte el lindo con mi amiga más cercana para molestarme. ¿Que si te ha resultado? Bueno, más o menos. Es cierto que he ardido en celos, que a mi amiga le hablo cada día menos (pues no soporto que otra que no sea yo reciba tus atenciones) y que lo he pasado mal. Pero no puedes sentirte victorioso tampoco, ya que jamás vas a saber cuánto me has hecho sufrir. No se ve en mis gestos, ni en mi mirada vacía que te evita, la enorme herida que tiene roto mi corazón. No voy a demostrarte mi pena; siéntate a esperar a que lo haga si te da la gana, mas no vas a verme a tus pies rogándote una migaja de cariño.
Además, me decepcionaste porque fue muy poco lo que hiciste en pos de que yo volviera a hablarte y ser normal contigo. ¿Ese fue el fruto de tu mejor esfuerzo? ¿Aparecerte psicópatamente en mi cumpleaños y hablarme con simpatía, como si yo fuera un perrito medio trastornado pero adorable? ¿De verdad creíste que eso bastaría para que yo volviera?
La respuesta es no. No después de como me trataste. Una cosa es que yo ya te haya perdonado por ello, no obstante, eso no significa que no estuviera esperando una disculpa. Y venir a hacerte el tierno y amistoso simplemente no es suficiente. Mira, me ha tomado tiempo darme cuenta -incluso a veces aún no me lo creo mucho- pero yo valgo, valgo bastante como persona, aunque tú no lo hayas notado. Así que devolverte mis palabras (y mi cariño, que inevitablemente iría con ellas) no es algo que te merezcas si no has hecho el esfuerzo necesario para ello.
Púdrete.

jueves, 2 de junio de 2011


Hey now, hey now -

don't dream it's over...



Quiéreme de nuevo, por favor.
Voy a seguir, sí. Te voy a superar algún día, lo sé.
Lo sé porque la vida continúa y hay que sobrevivir de algún modo.
Lo sé porque una vez perdí a la mujer que amaba, que AMABA, y pude salir adelante. Me sobrepuse de tal forma que aprendí a vivir sin ella, ya no la necesito y hoy estoy llorando por ti.
Todo eso lo sé, no necesito que nadie me lo repita. Lo tengo tan claro, que si alguien me lo repite juro que le pego.
El punto es que no quiero.
No quiero una vida sin ti.
La vida que quiero te incluye... a ti. Incluye tu risa, tu humor tonto, tu ternura (esa que ocultas tan increíblemente bien). Incluye tus brazos, sobre todo tus brazos. Para que me acojan, para que me cobijen mientras me dices palabras cariñosas.
Te quiero. Lo escribo así, tal cual.
Te quiero. No saco nada con llamarlo de otro modo.
Te quiero conmigo.
Te quiero todo.
Te quiero ahora (y para siempre, si me lo permites).
Te quiero mucho.
Y es en serio.
T_T

martes, 31 de mayo de 2011

"Si él tuviera interés, se acercaría... más claro echarle agua" me dijeron.

Pero no se acerca.
Por lo tanto, no me quiere.
Así de claro, así de categórico.
Él no me quiere.
Y yo siento que se me rompe el corazón de pensar en ello. Me duele tanto que me niego a empezar el proceso de asumirlo.
Qué ganas que no existieran los conceptos de dignidad y amor propio, para poder tirarme a sus pies y rogarle 'quiéreme, quiéreme, quiéreme'.

"Pensar por qué no fue, no tiene sentido".

No, no lo tiene, lo sé. Yo también lo entiendo, también he sido una persona racional. Mas, no dejo de buscar ese por qué, ya que la racionalidad se me va al mismo tiempo que me abandono y dejo mi corazón a disposición de los caprichos de alguien más.

Supongo que sólo hay pocas cosas que me quedan por hacer. O más bien, hay algunas cosas que debo dejar de hacer.
Debo dejar de preguntarme qué fue lo que no funcionó.
Debo dejar de fantasear con que él siente lo mismo que yo pero lo oculta.
Debo dejar de tener esperanzas en que esto resultará.

Escrito se lee como fácil. De hecho, me pasa que una vez que me desahogo aquí, es como si todo doliera menos, como si lo que he escrito fueran puras exageraciones. ¡Genial!
Lo malo, es que yo lo veo, y me desarmo; es que él me habla, y me derrito; es que yo recuerdo (sus ojos, su risa, su voz perdida en retazos de discusiones, canciones e incluso unas muy bien pronunciadas palabras en francés)... y me ilusiono.

"...mas claro echarle agua."

Por favor, que se me caiga pronto la venda que llegó a cubrirme los ojos con su primer abrazo, para poder ver así de claro también.

lunes, 30 de mayo de 2011

Quizás, si lloro hasta quedarme dormida, se me pase.
Siento como si me hubieran molido el corazón a palos.
No sé qué es lo que más me duele. Que él no sea lo que yo pensaba, o tan sólo que no me quiera. O tal vez me duele el desconcierto, el desaliento por cómo logró -una vez más- arruinar mis planes. Yo llevaba 1 mes sin hablarle. ¡1 mes! Me había costado muchas lágrimas, mucho esfuerzo. Tuve que tragarme palabras, comentarios en faisbuk y contenerme de rozarlo cada vez que lo tenía cerca. Un mes de celos, pena y desesperanza. Todo iba "bien" (digamos que bien era conseguir mantenerme alejada de él) hasta que decidió aparecerse en una pequeña celebración sorpresa que mis amigos organizaron por mi cumpleaños. Él... el que me detesta, el que será feliz el día que no me vuelva a ver, el que no me hablaba para que yo no lo "hueveara"... estaba allí.
Me sentí intrigada al principio, alegre después, confundida luego, decepcionada más tarde, enojada hacia el final y derrotada por último.
Consiguió desestabilizarme, lo consigue over and over again.
No puedo negar que siento deseo de él. Deseo de tenerlo sobre mí y de que me bese entera. Pero me asusta que hay algo que deseo más aún: abrazarlo, simplemente. Acercarme por detrás, como alguna vez lo hice, cruzar mis manos por delate de su vientre, apoyar mi cabeza en su espalda y quedarme así, mientras amarra con sus manos las mías. ¿Por qué no puede ser de ese modo?
Ok, soy una tarada que siempre se fija en quien no la quiere. Mas, lo que me pasó con él ya me parece una risión, una burla del destino. Él estaba interesado en mí, él me buscaba. Y algo hice -aunque también existe la posibilidad de que él sea un esquizofrénico bipolaroide- que lo llevó a alejarse. Dolió más, porque sentí que lo tuve muy cerca, me di permiso para ilusionarme, y nada ha ocurrido.
Me voy a llorar, hasta dormirme... Claro que igual quiero soñar con él. Soñar que me quiere. Y supongo que eso me hará llorar también en mis sueños. Todo lo relacionado con él abre el grifo de mis estúpidas lágrimas. Si tan sólo supiera que él piensa o ha pensado en mí. O, por último, si alguien pudiera asegurarme que -si bien por lo pronto NO tendremos algo-, en el futuro volveremos a encontrarmos y habremos cambiado lo suficiente como para poder quedarnos juntos, para siempre...

martes, 17 de mayo de 2011


Pa' olvidarte dame un alma


que no sepa nada

de tus manos.

viernes, 13 de mayo de 2011

Volví a llorar. Y estoy rogando que sea porque me va a llegar la regla. Y que no sea por él.
Si yo ya puse mis hormonas en otro... pero temo que mi corazón aún esté con él.
Temo quererlo. Temo que este sufrir por su indiferencia, que esta preocupación por no hacerle sufrir yo, que este perdón que ya le entregué sin que me lo pidiera, signifiquen que lo quiero.

Mas, ya se cumplieron dos semanas sin hablarle. Tengo que resistir. Aunque mi corazón esté aplastado y sienta tanta pena, tengo que resistir. Lo he estado haciendo bien.

lunes, 9 de mayo de 2011

Pasó.

Ya se cumplió una semana y no fue taaan terrible.

El viernes lloré mucho. El sábado no lloré, ya que se me iba a correr el maquillaje. Y el domingo lloré un poco. Los días que siguieron, aparenté la más absoluta normalidad.

Él me hirió, por fin. Lo hizo con una palabra poco sutil, poco educada, pero muy clara, que no dejó lugar a duda acerca de lo que debía hacer. Creo que fue eso lo que más me dolió: lo definitivo, lo devastador de la conclusión que hube de sacar al analizar su acto; yo no podía seguir teniendo esperanzas después de eso, yo no podía seguir… “queriéndolo”. Y eso me propuse. Me formulé el propósito de aprender a vivir (y disfrutar de) mi actual soltería y/o de buscar una presa más segura o con mejores atributos, o ambas cosas. No sé si me ha resultado; es muy pronto para sacar cuentas, sin embargo, mentiría si dijera que aún no conservo aunque sea una pequeña esperanza… todavía creo que me puede llegar una disculpa, que puedo recibir una mirada y que todo volverá a empezar hasta que de una vez por todas se cumpla lo que he anhelado tan fervientemente todo este tiempo. Porque es verdad que lo que he sentido por él me ha consumido entera, sin piedad. Escribí que “lo quiero”, porque no sé de qué otra manera expresarlo: es una locura que me envuelve y me hace girar alrededor suyo, a cada hora, en cualquier lugar, despierta o en sueños. Mi mayor esperanza (sí, mi otra esperanza, en vista de que la esperanza de que un día me ame es levemente-harto-improbable, al menos como quedó el panorama entre nosotros) es que esa locura sea sólo deseo. De ese modo, se facilitaría mucho mi situación. Porque el deseo, como todas las cosas de este mundo, se acaba. Mas cuando se acaba, no duele... a diferencia del amor.


PD: O , al menos, no duele tanto, ja.

lunes, 11 de abril de 2011

Y en silencio recordé que
no quiero olvidarte
no puedo olvidarte así
no quiero dejarte ir...

sábado, 9 de abril de 2011

En ese instante, supe que había llegado el momento de llorar por él. Porque esa noche, fue la noche en que me di cuenta que nada pasaría; que me había ilusionado, nuevamente, en vano.

Tengo rabia, tanta rabia de haberme entregado de nuevo de esta forma, de haber expuesto casi por completo mis sentimientos, de haberme dejado enredar en una historia sin sentido. Cautivada por un niño lindo que, además de lindo ¿qué es? ¡¡No sé!! Y eso es lo que peor me hace sentir. No tengo ningún argumento para sostener por-qué-él-vale-la-pena (o por qué vale la pena sufrir por él). No, no tengo ese argumento y… me carga que mi memoria sea tan mala. O sea, ¿cómo puedo estar segura que la desazón, el enojo, el vacío que siento ahora, no fueron los mismos que sentí cuando me decepcionaron otras personas antes que él? Tampoco tenía argumentos para defender mi afecto hacia esas personas: si “él” es lindo, los otros me atraparon porque jugaban bien al fútbol, o eran ambiciosos, o interesantes artistas, o qué sé yo. En teoría, son todos iguales. Pero, o bien es mi corazón el que no tiene memoria, o esto último fue en verdad más especial. Lo segundo no es tan improbable, pues con él tuve ciertos motivos que fomentaron mi ilusión (su errático comportamiento ante mí, las bromas que nos gastaban sus amigos…), sin embargo, llegó todo al mismo punto de siempre: nada. Y yo me tengo que quedar, hasta que se me pase –porque inevitablemente se me pasará, he vivido mi vida entera esperando que pasen las tormentas-, con los pequeños y posiblemente insignificantes recuerdos, con el escalofrío que sentí cuando lo vi llegar de improviso a un lugar al que no debía llegar, con las expectativas que, tontamente, me hice durante este tiempo; y voy a tener que enfrentarme los próximos días con las ganas de acercarme a decirle alguna estupidez, con la visión de esa boca que he estado muriendo por besar, con la proximidad de esos brazos que una vez me abrazaron y me hicieron prendarme de él... y no poder... Tantas cosas que estarán a pocos metros y que, por mi “bien”, debo mantener alejadas. Quiero gritar. Gritar de ira porque NO QUIERO dejar de pensar que un día él puede ser mío, no quiero dejar de creer en que puede existir ese “nosotros”… mas, llegué al punto en que me parece que conservar la fe es más tonto y más estúpido que todos los castillos en el aire que armé sin preocuparme de tenerles una base sólida.

lunes, 4 de abril de 2011

No quiero que él llegue a ser sólo uno más en la lista de “los que no fueron”.

No quiero que deje de importarme su estupidez. No quiero que deje de estremecerme la visión de sus brazos. No quiero que, un día, llegue a serme indiferente lo que haga, lo que diga, lo que le ocurra. No quiero que, de pronto, no me impresionen sus ojos, no me haga sonreír su risa, no me afecte que me dé la espalda.

No quiero que sea así. Pero, por lo visto, va a ser. Va a ser, va a ser, va a ser. ¿Lo olvidaré? ¿Me va a dar lo mismo? No, no por favor. Cualquiera, pero no él. Mi ex, el viejo de 40, el donjuán de cuarta… a ellos los olvidé, mucho gusto, hasta luego y gracias. Pero no a él.

¿Soy capaz? Desde luego. A lo mejor en unos años, meses incluso, estaré riéndome de que él haya llegado a interesarme. Y ni voy a acordarme de la pena que estoy sintiendo ahora. Mas, en este momento, daría tantas cosas para que apareciera una esperanza que no encuentro… que es probable que no exista, en ningún lado.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Siéntelo,

me he quedado en tu piel,

y tal vez recuerdes que ayer

te vi creer...

jueves, 3 de febrero de 2011

Holi!

Aquí estoy de nuevo. Me faltó justo una semana para que se cumpliera un año sin escribir.
¿Cosas que contar? Muchas y ninguna a la vez. 2010 fue un año horrible para mí; lo odié mucho como para rememorar todo lo que me pasó, pero sí puedo concluir que necesito un psicólogo. De verdad que me encantaría ir a terapia, creo que hay demasiadas cosas que no entiendo de mí misma y me gustaría recibir ayuda al respecto. Sin embargo, no puedo por dos motivos: primero, no cuento con suficiente dinero como darme el lujo de pagarla y segundo, porque requerir un profesional para comprender mi propia vida me parecería el colmo... sería admitir que ya no queda nada que pueda solucionar por mis propios medios.
Así que me encuentro más perdida que nunca, cero certezas y muchas dudas, mas, misteriosamente, en paz.
Un poco chata, eso sí.
Chata de soñar cosas bellas con mi ex. Sí, es raro =/. Sueño que nos volvemos a encontrar después de todo el tiempo que llevamos separadas, discutimos un poquito (debido a las asperezas que aún quedan) y luego nos vamos caminando transformadas de nuevo en buenas amigas. Es cierto que ese sueño refleja una idea que a veces me gustaría que se volviera realidad, pero de la que no estoy ni mínimamente segura.
Y chata, también, de este estado incierto que me tiene tan sosa en cuanto a mi "situación sentimental" (si es que se le puede dar ese nombre ¬¬). Reconozco que continúo en esa inmadura posición de sentir frecuentemente amores que nunca llegan a ser correspondidos, tanto así que mi ex se ha pseudo-burlado de mí por eso. No obstante, hoy me hallo haciendo lo contrario (o intentándolo al menos). Tengo a alguien en mente, pero estoy peleando con mi estupidez habitual para convencerme de que "él" no significa nada... pues, en el fondo, existe una altísima probabilidad de que así sea. Existe, realmente, una gigantesca posibilidad de que me olvide de él en un tiempo más, sin dolor, sin lágrimas mediante, tal y como ha ocurrido con los que ha habido antes -entendiéndose por antes el tiempo transcurrido entre la patada de mi ex y "su" aparición-, sobre los cuales pensé tonteras del tipo "no podré olvidarle", "cómo voy a volver a hablarle normalmente después de lo que he sentido por su persona"; tonteras que finalmente no representaron ningún problema: esos seres nunca me pescaron, yo terminé por olvidarles y actualmente soy capaz de conversarles sin ninguna turbación implicada. Me esfuerzo por asumir que él no es diferente a los demás, que no existe algo lo suficientemente especial como para pensar que puede suceder lo que no ha llegado a sucederme en todo este tiempo. No quiero, ¡me rehuso!, a confiar en que resultará.