miércoles, 10 de febrero de 2010

Así que tienes una relación.
Me alegro por los dos, por usted y por ella. ¡En serio! Sé que puedo renunciar a ti sin mucho pesar.
¿Renunciar a ti? No es una expresión muy rigurosa dado que, en regla, nunca te tuve.
Pero te quise y tú me quisiste a mí.
Sí, te quise. A ti: el individuo que logró hacerme entender que -después de un amor fallido- sigue habiendo un futuro, la persona que me devolvió la alegría, el primer hombre que me gustó en años...
Nunca llegamos a estar juntos básicamente porque jamás nos "sincronizamos". Cuando te busqué, tú estabas muy ocupado estudiando. Cuando me buscaste, yo estaba aburrida de esperarte. Sin embargo, si te veía con otra, me moría de celos; y otro tanto te ocurría a ti. Hasta que apareció en mi vida ese ser que sí me regalaba las miradas que necesitaba ver, de modo que le entregué mi corazón y mis pensamientos... las dos cosas que nunca fui capaz de entregarte, ya que te quise de una manera distinta, "visceral"... y a través de la piel.
No te quise con la mente. Ésta te rechazaba por las diferencias culturales que nos separan de tal manera que, aunque te recuperara (de nuevo la falta de rigor, ¿recuperar algo que no perdí pues nunca lo tuve?), lo pensaría dos veces antes de volver a acercarme a ti.
Además, no puedo decir que mi corazón saltara hasta hacerme flotar entre nubes rosadas y esponjosas cuanto te veía.
No, no te quise así.
Mas es precisamente por eso que lo lamento. Porque lo nuestro estaba tan lejos de esos romances artificiosos o pseudo impuestos por las circunstancias. Al contrario, surgió de manera espontánea y fluyó naturalmente desde el día inicial hasta el último de esos abrazos que siempre conseguían devolverme el calor.
En todo caso, si bien tú mismo desalentaste mis sentimientos en más de una ocasión, la responsabilidad final recae en mí. Fui yo quien terminó por alejarse debido a la simple y sencilla razón de que hay 'alguien' a quien quiero más que a ti. Es que, en ese futuro que tú me mostraste que existía, yo me veo mil veces más con ese 'alguien' que contigo. Por eso (y lo digo sinceramente, sin querer dármelas de mártir ni nada), aun muriéndome de ganas de tirarme encima tuyo, me contuve sólo para no hacerte daño. No quería crear la ilusión de que íbamos a tener algo si no eras mi primera opción. No obstante, te quería. Antes no creía que se pudiera estar "entre dos amores". Ahora lo creo, porque eso sentí y no lo entiendo, pero sé que es real.
No voy a decir que no me duele, sería una gran mentira.
Claro que lo que me duele no es el hecho. Imposible negarte el derecho a ser feliz con otra persona, tal como yo ejercercí ese derecho al elegir a 'alguien' por sobre ti.
Me duele la forma. ¿Por qué con ella? ¿Por qué, si no la quieres? ¿Por qué no esperar hasta que aparezca la mujer justa y te enamores realmente? ¿Por qué con ella y no con MC, que te adora tanto y con quien tienes tanto en común? ¿Por qué tienes que entregarte a esta chica sólo porque se te ofreció en bandeja? ¿Por qué darle tu corazón sólo porque es la primera que te lo pide?
¿POR QUÉ ESCOGES ESTA MANERA PARA SACARME DE TU VIDA?
¿Un clavo saca otro clavo?
¿O quieres sacarme celos? (No lo creo eso sí, eres demasiado bueno para caer en eso).
¿O acaso en 24 horas ella reveló detalles desconocidos y encantadores de su personalidad que te hicieron enamorarte de manera fulminante?
Eso me duele. Hieres mis entrañas, congelas mi sangre, lastimas mi piel y, por qué no decirlo, mi orgullo y mi vanidad. Pero te deseo lo mejor, por dos motivos: primero, porque -reitero- eres bueno. Y segundo, porque el filo de tu daga apenas alcanzó a rozar mi corazón.

martes, 2 de febrero de 2010

“Porque los amores contrariados se acaban consumiendo en un estanque de lágrimas dulces, una tibia borrachera de melancolía que se agota en un rosario de resacas sucesivas, como el efecto de un suero desintoxicante que convierte poco a poco el dolor en ironía para arrojar al final una sustancia limpia, armoniosa, ajena por igual al rencor y a la vergüenza, el verdadero amor siempre salva a sus hijos…”
Almudena Grandes.


De vuelta a lo normal.
Soñé con mi ex en una ocasión durante la última semana. Y sólo entonces pude comprender, después de todo el tiempo que ha pasado, que la sarta de despedidas que le he escrito repetidas veces en estos dos años son inútiles: aquí nunca habrá una despedida definitiva, pues esta es una de esas historias (como buen primer amor, más encima condimentado con toda la 'pimienta' de una relación “prohibida”) capaces de marcar una vida para siempre.
Porque yo la amaba como nunca nadie la amará. La amarán de nuevo, eso es seguro. Vendrán otros y volverá a ser amada, pero ninguno de ellos la amará como la amé yo.
Así que tengo que asumir –parece increíble que me haya costado tanto darme cuenta- que ese olvido completo que busco es imposible de lograr, que el dolor que cargo en mi corazón seguiré llevándolo encima por más y más meses y lo haré sin miedo y sin pesar, puesto que ahora sé que se puede vivir con él. Sí, ahora puedo dado que ese dolor, aunque persiste, se ha ido haciendo cada vez más pequeño desde el día en que me dejó hasta hoy; y eso me entrega la esperanza de que llegue el momento en que se torne tan diminuto que acabe por desaparecer y ya no exista más.
Por lo tanto, que me haya dado por acordarme de ella (o que me dé por recordarla, muy de vez en cuando, en el futuro) no es tan terrible.
En eso estoy... de vuelta a lo normal.
Era el cumpleaños de una amiga y me invadía una extraña melancolía. No podía sacar de mi cabeza a ese personaje que entró en mi vida en agosto pasado, mi actual interés amoroso, y empecé a desear que llegara pronto marzo para volverle a ver.
Si bien no me gusta el alcohol, bastó beber un vaso de cerveza y ponerme a bailar canciones de letras "cochinas" y música pegote (alias "reggaeton"), con el más sexualmente hiperactivo de mis compañeros de universidad para que acabara riéndome por montones.
De pronto, ya no me sentía mal.
Más tarde me sentí todavía mejor. Estaba ocupando el baño para mirarme al espejo y entró una chica que siempre ha puesto a funcionar mi gaydar. Después de preguntarme si me molestaba -a lo que claramente respondí que no- no tuvo empacho en desvestirse allí mismo. Comenzó a bajarse los pantalones, mientras yo continuaba examinando mis ojos rojos. Estuve a punto de mirarle el trasero por el espejo, pero me contuve. ¿Y si en verdad era homofóbica y salía gritando airadamente sobre mi fletitud, arruinando por lo tanto mi noche de farra? En fin, si es tortilla realmente, no faltará otra oportunidad.
Eso es lo bueno de las vacaciones. Situaciones raras, soluciones rápidas a los malos pensamientos xD.