sábado, 17 de septiembre de 2011

Hace mucho que no escribo. La “vida real” con sus “problemas reales” se pararon en frente mío con su peor cara y me obligaron a prestarles atención. Aprobar un ramo, estudiar para una prueba, reparar relaciones dañadas fueron asuntos que me mantuvieron ocupada y me impidieron meterme a mi blog-casita a divagar y lamentarme por mis dilemas imaginarios. Bueno, no es que yo los invente tampoco, pero supongo que las cosas que escribo acá se solucionarían bastante fácilmente si yo poseyera una buena tijera mental que me permitiera cortar por lo sano y no enrollar la realidad hasta hacer de ella un nudo ciego.
En rigor, escribí un par de cosas -antes de que comenzara el segundo semestre- acerca de mi indiferencia hacia el resto de mundo, acerca de que soy de las más porras de mi curso y acerca de lo que sentía/siento respecto a él. Sin embargo, eran palabras tan insípidas y repetidas que no me animé ni a publicarlas. No lograba escribir algo que me gustara porque nada me importaba en ese momento. Él se había ido y todos me decían que aprovechara esa clara señal de que debía olvidarlo para fijarme de una vez por todas en alguien que sí se interesara en mí. Eso me requetehinchaba las gónadas. ¿Conformarme? ¿Por qué? ¿Acaso tengo 40 años y siento que se me están acabando la belleza, la juventud y las oportunidades? No, soy demasiado joven aún y me quedan años para encontrar a alguien. Si él no fue, ¡ya llegará otr@! Un ser a quien yo le interese y que despierte mi interés. Sino... ¿para qué forzar las cosas?
Bueno, yo nunca he sido de esas personas que ven el lado bueno de la vida, el vaso medio lleno o como se llame. Me hago la indiferente porque es más cool, sin embargo, soy trágica y exagerada, toda una drama queen. En privado, soy capaz de asumirme hoy tal como soy: egoísta y despreocupada, media pesada si se quiere teniendo en cuenta que no me importa mucho lo que no me suceda directamente a mí, a mis seres queridos o a gente que no conozco pero con cuya situación empatizo. En todo caso, cuando logré liberarme de él y de su omnipresente sombra (cuestión que, increíblemente, ha sido posible desde su partida) mi carácter ha mejorado sustancialmente.
Me di cuenta que eso (eso = mi existencia, mis emociones, mis vínculos con los demás) no iba bien cuando me imaginé siendo la madre de sus hijos, mas noté que estaba perdiendo el juicio cuando me vi en 10 años más abandonando a un sujeto estupendo por él, quien había sido mi verdadero amor durante todo ese tiempo; sí, supongo que ver tanta teleserie ha surtido su (terrible) efecto en mí.
El punto es que ahora tengo el panorama más o menos claro. Un día, luego de pelearme con mi mamá y con una de mis mejores amigas por causa de mis sentimientos por este muchachito, me di un par de vueltas por el centro, con mi música en los oídos y una cocada en la mano y llegué a la siguiente conclusión: no lo quiero, no estoy enamorada de él, no lo amo.
No puedo amarlo, a menos que exista el amor a primera vista,patraña en la que nunca he creído mucho. Además, tan a primera vista no fue, tuvieron que pasar varias cosas para que yo empezara a pensar en él como el amor de mi vida.
Es verdad que le tengo cariño, que le tengo unas ganas tremendas, que me preocupo si está resfriado, si le está yendo mal en un ramo o si se esguinzó el dedo, que se me aprieta el corazón cuando pienso que lo estoy arrancando de mi vida, pero no lo amo.
¿Es un capricho? No sé. Esa tarde, cuando volvía a mi casa con los chocolates favoritos de mi mamá en la cartera, para pedirle disculpas por mi ridículo y vil comportamiento, estaba segura que sí. En este momento, cuando ya ha pasado más o menos un mes de ese día de peleas, no lo veo de ese modo. ¿Por qué? Porque sé que el cariño y la preocupación que sentí por él fueron verdaderos. No obstante, la niñita consentida que todavía soy no aguantó su rechazo y ese afecto sincero se transformó en una bien mal sana obsesión por conseguir su amor a toda costa.
Dejé de pensar en un futuro con él, fin del asunto. Necesitaba paz, no la tortura que me estaba significando andar pendiente de cada uno de sus pasos y soportar (con desdén por fuera y desesperación por dentro) cada uno de sus desaires.
Me estoy dedicando a juntarme con compañeros más sexies y menos lindos. De ahí a que me resulte, ni idea… al menos, son bien agradables de mirar.

1 comentario:

krispo dijo...

uuuuffff hace AÑOS creo que no pasaba por aqui, asi que leeré, un beso*